Las arenas movedizas del mercado. Ojalá, primer trimestre de 2018, Hamburgo
Der Treibsand des Marktes. [hoffentlich] erstes Vierteljahr 2018, Hamburg
Y efectivamente cantó ella y tocó él en ese local en el que durante algunos años estuvo el restaurante africano >Tropical Point< y hoy la cocina mexicana ofrece sus recetas campesinas. Escuché la segunda tanda. Empezó él con unos minutos de guitarra flamenca. Después de hecha la ambientación ella cantó la >Habanera< de >Carmen< De no creer. Algo más cantó … y desapareció. Más tarde habrán cantado otras dos tandas.
Und sie hat tatsächlich gesungen und er hat wirklich gespielt in jenem Lokal, in dem sich jahrelang das afrikanische Restaurant Tropical Point befand und heute die mexikanische Küche ihre Landgerichte an den Mann bringt. Die zweite Runde habe ich gehört. Er begann mit einigen Minuten Flamenco-Gitarre. Wenn das mood da war, setzte sie ein und sang die >Habanera< aus >Carmen<. Nicht zu glauben! Noch etwas sang sie … und verschwand. Später werden sie noch zwei Runden gespielt haben.
Este formato de lxs buenxs músicxs que tocan en un restaurante mientras la gente come tiene que ser revaluado. El formato fue una idea de “la sociedad de las vivencias”. Se quería ofrecerle al público al mismo tiempo algo para el estómago y el gusto estético. Como exageración el formato es típico de los tiempos extremos de la sociedad de consumo. Pero hoy ya está claro que no funciona. Lxs músicxs no se sienten escuchadxs y lxs comensales se sienten importunadxs en su deseo de engullir. Los restaurantes necesitan otras ideas para estimular la gente a llenarse la panza, y lxs músicxs necesitan otros públicos atentos – que es posible encontrar: las cárceles, los hospitales, las escuelas, las residencias y campamentos de refugiados … reciben raramente una visita musical. Allí podría alguien desenvolver la atención para registrar las chispas que la cercanía de flamenco y ópera pueda hacer saltar. Una cercanía sobre la que habrá que hablar.
Dieses Format mit den guten Musiker*innen, die im Restaurant für essende Menschen spielen, muss neu bewertet werden. Das Format war eine Idee der „Erlebnisgesellschaft“. Man wollte dem Publikum gleichzeitig etwas für den Magen und den ästhetischen Geschmack anbieten. Als Übertreibung typisch für die Konsumgesellschaft. Heute ist aber klar, dass das Format nicht funktioniert. Die Musiker*innen fühlen sich nicht beachtet, die Gäste fühlen sich beim Verschlingen gestört. Die Restaurants brauchen andere Ideen, damit die Leute mehr Lust aufs Stopfen bekommen. Die Musiker*innen brauchen ein aufmerksames Publikum, das in vielen anderen Anstalten gefunden werden kann. Die Gefängnisse, die Krankenhäuser, die Schulen, die Flüchtlingsheime bekommen selten musikalischen Besuch. Dort könnte jemand die Achtsamkeit entfalten, um die Funken wahrzunehmen, die aus der Begegnung von Flamenco und Opera springen können. Eine Begegnung, über die zu reden sein wird.